Con este triunfo, la selección rompió un curioso gafe que ya duraba 52 años, el de no ganar el primer partido que disputaba en cada edición mundialista. El combinado nacional quedó primero en el grupo, camiseta de boca obteniendo así su billete para la competición mundialista. Sin embargo, tras estudiarlo con detenimiento -y con la intervención de otros supervisores- se convenció de que había que nombrar a alguien más en la línea de la diversidad étnica del distrito de White y las tendencias liberales de la Junta de Supervisores.