Belén está de repente nerviosa, como en aquella escena del 98. «No estoy acostumbrada a que me entrevisten en EL MUNDO y además me habéis dado siempre mucha caña», se queja. Sus segundos uniformes son del mismo modo blancos como el del club español. Trae una carta escrita a mano que quiere leernos. Es una carta de amor a Sálvame que le ha ayudado a redactar su marido, un conductor de ambulancias de 35 años.